viernes, 3 de octubre de 2008

Grito en espera

Esperaba que aquella cuerda,
eterna y tensa cuerda insondable,
lazo entre los mundos dorados
y las siluetas informes
que buscan un techo,
al fin se corte, se desmorone
en un brusco trance
efímero, quizás endeble,
pero real.
Ante miles de testigos
hábilmente indiferentes.
Ante volcanes de furia,
de miedo y de culpa.
De leyes demagogas
y brazos hambrientos.
Esperaba que al menos
el equilibrista se estreche
para abrazarse al suelo
atestado de muertos y perdedores
y mezclarse con ellos,
conocer sus primaveras secas
y los espacios cerrados
donde no encuentra salida
la agonía del tiempo
que suplica venganza,
tal vez solo justicia...
solo un poco de agua fresca
un peso más leve en la cruz
un suplicio no tan amargo
una gota de la ambrosía de los dioses
un grito sublime que calle
los graves tormentos morales
que corte la cuerda
si ya no tolera
el infame equilibrio
si ya no resiste
esta aún impune espera.

Noventa y cinco

Y las llaves del pueblo
debajo del brillo
de una lumbrera
y montes de humo
y ventanas en llamas
una niña juega
con las enfermeras
debajo un lago
negro como el cielo
y algunas piezas
de arquitectura
prestada
rubios jinetes
avanzan en fila
cantando hazañas
la Historia
un insulto vehemente
acalla
el silencio
al costado, el pasto
se seca y crece
junto al templo.

Y tú cruzas
despacio
entre el pueblo y el humo
entre la niña y el pasto
te regalo un tiempo
las flores de Bosnia
que tanto
y tan poco te importan.

***

sé que en este momento el tiempo
... .está ausente
y hará
... .su presencia
. .en el momento que te encuentre...

(Lo Fatal Es No Saber En Que Momento Terminará Esa Ausencia)

viernes, 15 de agosto de 2008

Después de todo

Cayó por estas horas
el último bastión del hado.
Dejó un sinsabor sincero,
una columna de flores.
Tanteando el silencio
mandó las últimas cartas,
mordió aquellos labios que morían en sus dedos.
Y respiró un halo de sombras.
No vi su caída aún.
Se me negó acercarme
a su cuerpo
a sus noches
Sí vi las tinieblas que impusieron sus escombros.
Cayó su torre de jacinto
Cayó su milagro añorado
Aunque el último dejo de arrogancia
aún viva
en mi pasado.

Recuerdos

Canta, inexpresiva piedra. Grita las plegarias que recuerdas de los tiempos de antaño. Besa miradas perdidas, ¡oh, Piedra!, bésalas. Deja que el viento te suavice, piedra porosa, piedra filosa. Allí estás; muerta, oscura y solitaria, pero siempre elegante, siempre soberbia, siempre piedra.

***

Fúnebres sombras en cráneos vacíos, en fuegos dormidos. Allí, en los cuerpos apagados, en las agonías cotidianas, en los negros días, en las fiestas sin risa se sienta, invencible, la Muerte. Camina por la vida de todos; desde que nacen, el primer instante de vida es, en seguida, un cadáver, un paso infalible de la Muerte. Camina. Pero puede sentarse ante aquéllos que le ceden su silla. Ante vidas cobardes que prefieren quedarse en el borde, inmóviles, ciegas. No se atreven a abrir las puertas. Encerrados en sus mortajas los ojos abiertos, se han tragado las llaves y es tan triste la espera... Espera ansiada y también temida a la que ya tienen dentro, perdiendo en falsas tinieblas todo viento de deseo. Mas esperan que alguien les golpee la puerta. ¿Quién será el que los ayude? ¿Quién les empujará la silla del medio del camino?

Conductas obsesivas

Inexorable, inclaudicable, inolvidable,
la esencia de la pasión apaciguable
incrementa el lucero de la propia experiencia
con la indecencia de la ciénaga de sospecha,
inconcebible por la realeza de tu prudencia
e inexplicable por la ausencia de tu rareza...

Dr. Jekill y Mr. Hyde

Las ideas son anteriores. A lo bueno y a lo malo, a lo que divaga en ese filo, son antes de todo y por eso son el Alfa que nos une y nos convoca.

¿Y qué hacer? Las leyes que nos rigen en este absurdo que desconoce si se encuentra dentro del caos o si por gracia divina se halla en un laberinto perdido entre el tiempo y la distancia. ¿Dejaremos que lo racional mate al hombre?

No, en lo absoluto, no en nuestra esencia eterna que nos convulsiona las extremidades y nos tira la razón más allá de todo alcance humano, dejando a las mentes en un jaque humillante y sin esperanzas racionales.

¡Bendito sea! Ojalá dejemos que nuestro saber se convierta en instinto, donde el hombre de conocimiento es aquel que siente y no el que simplemente piensa. Ojalá perdamos la forma humana para volver a ser lo que alguna vez, tal vez, olvidamos por pensar.

Sí, ser esa idea, esa pulsión que arremete, que aplasta, que cruza blasfemando e insultando a las altas torres de la razón, de su tiranía, y su muerte por una tangente infinita que nos hará olvidar al viejo humano que no recuerda ser Alfa y que desconoce ser el nuevo Omega.

Manifiesto

La miseria se transforma en abundancia cuando los papeles se aglutinan, se nuclean, se reúnen para dar el golpe sorpresivo que rompa las ideas. El hombre (bueno, el humano; bueno, está bien, el sujeto) será presa del temor de sus armas. Se aliarán todas las hojas con las plumas de la historia. Llevarán en sus estandartes los próceres que aún viven. En las hojas vivirán los pensamientos más hermosos, más profundos, más anarcos. Pensamientos que escaparon de la cárcel de los cuerpos. Harán la guerra a los mediocres. A los muertos. A los que se negaron a vivir en la poesía, ideóloga de las batallas cuerpo a cuerpo, en los que siempre hay caídos, por amor, por entrega. Por olvido.