viernes, 22 de octubre de 2010

Hábító

Camino con los ojos inertes, viendo cómo los asfaltos transcurren a una velocidad que no es la mía, que no es la mía ni la de los asfaltos. Camino así, y no me doy cuenta. Y prefiero dejarme llevar por el resto de mis sentidos, ver con el olfato, por ejemplo, pero no levantar la vista, porque lo mismo la volvería al suelo, al ripio y a los charcos. Y seguiría eligiendo el aquí, mi ciudad desvanecida, hasta que nos extingamos juntos.

Merci Beaucoup

desde ahora casi siempre

contemplo tus clandestinas murallas

mientras una manta se asienta en tu espalda

como cada día cuando el alba relampaguea

recordándome tus ojos extremos que se precipitan hacia mí

y dentro de ellos una alborada tenue

logro condensar a su alrededor


esas luces que desbordan mi mirar

faroles verdes intensos que se colapsan

sobre el pavimento de tu gracia

desde la sonrisa de tus multitudes

hacia la alineación de tus cabellos rebeldes


dónde hallarlos hoy?


cada noche recorriéndote

esperando oír tu voz

empapando mis pies con tu insigne presencia

observo cada marca que hay en tu piel iluminada

cercando espíritus banales de indiferencia


vuelvo sobre mis pasos y veo

cómo un monumento se inclina desde tu frente

creo poder entender algo

pero tu voz

confusa siempre


estentórea imaginativa

redundante abundante


pájaros y lluvias

cielos y mares

crepúsculos sin ton ni son

y tu risa

fresca siempre


beso tu asfalto

tan suave

y me duele ver como se me aleja

tu calle principal


te recorro te recuerdo

te contemplo te despueblo


y luego me marcho

dejando un retrato de tu cuerpo esbelto

en mi mente

sin decirte nada

en silencio


porque desde hoy por mí

seguirás siendo sempiterna