viernes, 15 de agosto de 2008

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Fúnebres sombras en cráneos vacíos, en fuegos dormidos. Allí, en los cuerpos apagados, en las agonías cotidianas, en los negros días, en las fiestas sin risa se sienta, invencible, la Muerte. Camina por la vida de todos; desde que nacen, el primer instante de vida es, en seguida, un cadáver, un paso infalible de la Muerte. Camina. Pero puede sentarse ante aquéllos que le ceden su silla. Ante vidas cobardes que prefieren quedarse en el borde, inmóviles, ciegas. No se atreven a abrir las puertas. Encerrados en sus mortajas los ojos abiertos, se han tragado las llaves y es tan triste la espera... Espera ansiada y también temida a la que ya tienen dentro, perdiendo en falsas tinieblas todo viento de deseo. Mas esperan que alguien les golpee la puerta. ¿Quién será el que los ayude? ¿Quién les empujará la silla del medio del camino?

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