Un hombre vestido de inmaculado yeso, rezó por su tristeza. Rogó, quizás, por el olvido de su nombre; por una poesía inocua; por una taza de té. Miró al cielo y encogiendo los hombros, se deshizo de su ropaje, ya maltrecho, para así caminar inmutable hacia el silencio de las palabras...
viernes, 15 de agosto de 2008
Recuerdos
Canta, inexpresiva piedra. Grita las plegarias que recuerdas de los tiempos de antaño. Besa miradas perdidas, ¡oh, Piedra!, bésalas. Deja que el viento te suavice, piedra porosa, piedra filosa. Allí estás; muerta, oscura y solitaria, pero siempre elegante, siempre soberbia, siempre piedra.
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