formando un extenso lago sin espuma.
Como cuando una nube quieta
mira la lluvia en que se transforma.
Como los ojos desorbitados de Icaro
que en la caída quieren mirar al sol.
Como una primavera sin colores
en el año del inmutable Otoño.
Como una gran hoguera de ruiseñores
que ya no emulan a Mozart.
Como un gran circo de payasos tristes
en las horas de la niñez.
Como una pachamama embebida de asfalto
que no ve raíces.
Como estos banales versos
que no pueden decir nada.
Así habré de imaginarlo,
así tal vez ha de sentirse,
como también estará en otras formas:
el pavor y la inolvidable y sangrante historia.
